Un proceso tradicional
que sigue vivo
"Desde hace más de ciento veinte años, en Marius Fabre degustamos nuestro jabón directamente en nuestros calderos para comprobar que está perfectamente elaborado.
Si la pasta pica en la lengua, el jabón necesita un lavado final con agua pura.
¿Quién posee todavía estos conocimientos?"
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Entre ciencia y alquimia
Durante siglos, la jabonería marsellesa nació y se desarrolló de forma puramente empírica, basándose en la observación y la sensibilidad humanas.
Al dominar esta pasta burbujeante y humeante, los jaboneros se convertían en « maestros del fuego », garantizar un proceso de producción similar a la alquimia.
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Durante el reinado del Rey Sol
En 1688, por el edicto de Colbert, Luís XIV institucionalizó el jabón de Marsella estableciendo las normas para su fabricación: además de cocinar en grandes calderas, sólo debían utilizarse aceites de oliva puros como aceites vegetales y se prohibían todas las grasas animales.
¡Los infractores corrían el riesgo de ser expulsados de Provenza!Este "Edicto del Rey" permitió al jabón de Marsella adquirir una reputación que ya no le abandonaría nunca.Durante siglos, ha sido una garantía para los clientes.
Hubo que esperar hasta principios del siglo XIX para que el proceso de saponificación se codificara y, posteriormente, se apoyara en el desarrollo de los análisis de laboratorio.


Los conocimientos ancestrales siguen vivos
En una época en la que el método tradicional de fabricación del jabón de Marsella en caldero es cada vez menos respetado, la fábrica de jabón Marius Fabre de Salon-de-Provence trabaja desde 1900 para preservar este conocimiento único. transmitirlo de generación en generación.
En Marius Fabre, seguimos utilizando el método de fabricación tradicional, respaldado por el análisis químico de la pasta al final de la cocción, y nos tomamos el tiempo necesario para fabricar el "auténtico" jabón de Marsella según las reglas del arte.

Nuestra historia
